Día uno: el viaje empezó antes de
lo debido pero no de una manera positiva. Vuelo retrasado 8 horas, perdimos un
cupo en el tren, un hostal y nos tocó pedir posada en Ollantaytambo.
A oscuras caminamos por calles de piedra, con sistemas de
agua que se remiten a los sistemas hidráulicos que construyeron los incas, el
sonido del agua acompañaban nuestros pasos solitarios, veintitrés horas somos
nosotros y el frio en este pueblo de piedra, con calles angostas y esquinas
ciegas no encontramos donde descasar.
El clima era frio pero de ese frio que se disfruta cuando se
está descasando, se respira un aire lleno de historia y tradición, solo queríamos
tener un lugar donde dormir sino nos iba a tocar hospedarnos en la estación de
tren, el mismo lugar que debíamos estar a las 5am el día de mañana.
Luego de tantas horas viajando desde Guayaquil, tanto
retraso y tantos piques en aeropuertos que lo único en que pensaba era en
sacarme las medias y poder sumergir mis pies en agua, lo que nunca pudo pasar
por las condiciones del lugar que encontramos.
Encontramos una casa comunal al lado de un bar de
hippies que su aroma asustaba a mis compañeros de viaje pero a mí me hacia
sentir en casa ;)
Todo nos lleva a un aprendizaje, a una historia, a una
experiencia. Esta es la mía.
Daiana del 25 tiene el asiento 25D
high
las compañeras :)
El compañero
Encontramos posada
Un baño completamente morado y Andrea